viernes, 27 de enero de 2012

Un llamado de Dios a los padres


Los padres que no tienen ningún principio cristiano, les hablan a los niños de situaciones que ellos no comprenden, los alimentan de cosas que ellos no comprenden, los alimentan de cosas que ellos no entienden, hablan delante de ellos; ellos las escuchan y sus corazones tiernos se envenenan por la falta de sabiduría del padre y de la madre.
¡Un llamado de Dios! A los padres cristianos, a usted madre, padre, ¿usted incentiva a sus hijos para el servicio a Dios?, ¿usted les hace entender que servir a Dios es el privilegio más honroso?

Hay padres que le dicen a sus hijos: “yo quiero que seas ingeniero”, “yo quiero que seas un dentista”, “yo quiero que seas un psicólogo”, “yo quiero que seas un médico”, “yo quiero que seas un mecánico”, “yo quiero que seas un hombre rico”, “yo quiero que seas un hombre muy poderoso”. Así dicen muchos padres, ¿está entendiendo padre?, ¿está despierta madre?, digo, ¿si está despierto su corazón y su alma y su espíritu?, ¿si está despierto para entender la voz de Dios?

Por eso hay miles de creyentes que son padres de familia y aun pastores que tienen cuatro o cinco hijos y no hay ni uno solo en el camino del Señor, porque nunca incentivaron a sus hijos a la obra de Dios. ¡Qué triste hermanos, ni uno, todos perdidos!, y no quieren saber nada del Evangelio. Todo esto producto de haber vivido en un hogar o una congregación llena de pleitos, de contienda, de chisme, de enredo, de gente problemática. Los hijos viendo todos estos conflictos y embrollos luego quedan muy afectados.

Los padres que no tienen ningún principio cristiano, les hablan a los niños de situaciones que ellos no comprenden, los alimentan de cosas que ellos no comprenden, los alimentan de cosas que ellos no entienden, hablan delante de ellos; ellos las escuchan y sus corazones tiernos se envenenan por la falta de sabiduría del padre y de la madre. Y por tu falta de sabiduría, porque no eres espiritual, porque no tienes el Espíritu de Cristo. Porque el que tiene el Espíritu de Cristo tiene entendimiento. ¿Qué pasa entonces?, pues los hijos ni van a querer “ser pastores”, ni van a desear estar en la iglesia, y por eso cuando tienen cierta edad ya no quieren ni venir al culto.

¡Lea y entienda! Nunca has querido estimular a tu hijo, a tu hija a la obra misionera, solo estás pensando en que sea un personaje grande en la ciencia y va a ser grande, pero con el diablo, porque tú no le has incentivado a llenarse de Dios, a buscar del Señor.

En la historia hubo una madre que lloró y le dijo a Dios en una ocasión: “Dios mío, quiero que me des un hijo que sea un hombre grande y poderoso”. Y como pidió un hombre así, Dios le concedió que su hijo fuese un hombre grande y poderoso, su nombre: Adolfo Hitler. Esa madre lloró y le pidió a Dios para que su hijo sea un hombre importante y de gran poder. Ese fue el criminal más grande reconocido en toda la historia, conmovió el mundo entero y quería adueñarse de todo.

Pero hubo también otra madre que oró y dijo: “Señor yo quiero que me des un hijo que te sirva y que pueda predicar tu Palabra y que tú lo puedas usar poderosamente”, y Dios le dio a un evangelista que ha conmovido multitudes y multitudes a través de décadas, este fue: Juan Wesley.

Padre y madre de familia, ¿qué quiere usted, que su hijo sea un científico? Lo puede tener, pero, ¿por qué no lo incentiva mejor a ser un Siervo de Dios?, ¿qué es más grande, un científico o un Siervo de Dios?, ¿qué es más grande el presidente de la República o un Siervo de Dios?

Papá y mamá, si en lo único que están pensando es que su hijo sea un abogado para que luego esté robando y engañando a la gente y tramando mentiras y haciendo cuentos, si ese es tu deseo, parece que tú no eres cristiano. ¿Quieres que sea un médico para que practique abortos y se corrompa?, ¿quieres que se envanezca porque acertó con muchos casos y realizó muy buenas operaciones y llegue a creerse que ya es más que Dios?

No hay contradicción en que pueda ser un médico y buen cristiano o puede ser ingeniero y buen cristiano, pero me estoy refiriendo a esos creyentes, a esos padres que nunca incentivan a sus hijos, sino a ser médicos, a ser ingenieros. ¿Por qué primero no lo incentivas, a que se llene del poder de Dios, a que se llene del conocimiento de la Palabra de Dios, para que sea un destructor de las obras del demonio? ¡Aleluya!

Instruya a su hijo. Preocúpese de la vida espiritual de sus hijos, enséñeles a sus pequeños a perfeccionarse en la alabanza, instrúyalo en el camino del Señor. Dígales a su hijo y a su hija cuán grande es ser un Siervo del Señor, o un hijo de Dios, dígales de la recompensa eterna, sus cargos serán eternos, Dios le dará potestad sobre ciudades, sobre reinos, ¡Aleluya!

¿Cómo no le enseña estas grandezas a su hijo, o usted lo desconoce también? Amigo y creyente de cualquier denominación que sea, no debe ignorar el privilegio tan grande que hay en servir a Dios: con toda la mente, con toda el alma, con todo el espíritu, con todo el corazón. Es muy honroso servir a Dios: mañana, tarde y noche.

A partir de este día comencemos a incentivar a nuestros hijos, comencemos a enseñarles: ¡cuántas cosas maravillosas puede Dios hacer con ellos! Comparta con su hijo: tú puedes ser un evangelista que recorra el mundo entero, predicando multitudes en los estadios y coliseos, Dios puede usarte en televisión, si tú consagras tu vida. Enséñele que él pueda vivir una vida honesta, como la de Timoteo. Pablo nos dice en las Sagradas Escrituras, que Timoteo desde su niñez fue instruido y enseñado, por eso Pablo dice de él, que tenía un corazón sincero; Pablo conocía el corazón de Timoteo, porque estaba “fundamentado en la Palabra”(2 Timoteo 1:5; 3:14-15).

Padre, madre, ¿cómo podrás instruir a tu hijo?, ¿cómo podrás hablarle a tu hijo si tú tienes una vida derrotada, fracasada, oprimida por el diablo, humillado por el diablo?, ¿cómo vas a poder hablar a tu hijo de victoria?, ¿cómo vas a poder hablarle de la obra misionera, cuando tú estás derrotado?, ¿cómo vas a poder enseñarle, cuando tú mismo no quieres ni venir al templo?, ¿cómo podrás hablarle, si en tu corazón hay otra cosa?

¿Cómo podrás hablar a tu hijo de un Cristo maravilloso y de poder, cuando él sabe de tus mentiras, tus engaños, tu hipocresía, tus enredos y sabe de la vida carnal y derrotada que llevas? (1 Juan 2:21, Salmo 52:3), ¿cómo podrás hablar a tus hijos, con qué respaldo?

¡Por eso los hijos se pierden! Porque ven la hipocresía de los padres, la mentira y los engaños de los padres. ¡Por eso usted papá y mamá, levántese ahora! Como dijo el profeta Isaías 52:2 leemos: “Sacúdete del polvo; levántate y siéntate…”, permite que el Espíritu de Dios sacuda tu corazón para que no tengas que llorar mañana, si no buscas a Dios vas a llorar mucho, ojalá no sea demasiado tarde. “Buscad a Jehová mientras pueda ser hallado, llamadle en tanto que está cercano”, Isaías 55:6.

Si su hijo es pequeño, si tiene cuatro o siete años, hágale orar a su lado junto a la cama y también en el altar familiar; arrodille a su hijo, que su niño lo vea arrodillado una hora, dos horas, tres horas; que lo vea llorando no por problemas de amor, no llorando por miserias económicas, que sus hijos lo vean compungido en la presencia de Dios. Entonces sus hijos le van a imitar, ellos van a hacerlo sin que usted los llame, cuando sus hijos lo vean llorar y gemir, ellos también se van a arrodillar, cuando vean que el alma suya está derramada delante de Dios. Entonces ellos van a tener una experiencia personal con Dios y grandes cosas van a ocurrir.

Si tus hijos están llenos de concupiscencia, si tus hijos están endemoniados, y tú lo sabes, entonces, ¡rinde tu vida a Cristo! Son niños pero están endemoniados, porque tú mismo no le has dado ejemplo, porque tú mismo tienes una vida carnal, derrotada y oprimida por los demonios. Tus hijos se pierden por tu indiferencia, ¿acaso no ves que tus hijos tienen sus rostros transformados y están perturbados por demonios?

Pídele a Dios que restaure el altar de tu casa, de tu hogar, para que Dios obre primero en tu vida y luego en tus hijos. No trates de obligarles por la fuerza a ellos, primero doblégate tú, humíllate, clama; y veremos la gloria de Dios, entonces veremos a los niños adorando a Dios.

Padres y madres que necesitan hacer arreglos en sus vidas y en sus hogares, ustedes son culpables de la condición de sus hijos. Aquí está el Señor, ponte a cuentas con Dios, pídele perdón, ven al altar. Dios les bendiga grandemente.

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